Cualquier herida, por pequeña que sea, desencadena, en diferente medida, una respuesta natural del cuerpo: la producción de exudado. Este fluido juega un papel fundamental en la cicatrización, pero cuando se descontrola puede pasar de ser un aliado a ser una barrera en el proceso de cicatrización.
Entender qué es, cómo funciona y aprender a manejarlo correctamente puede marcar la diferencia entre una recuperación rápida y la aparición de complicaciones innecesarias y persistentes.

Un aliado necesario en la cicatrización
El exudado no es más que un fluido que emana de los vasos sanguíneos y se acumula en los tejidos dañados. Lejos de ser un problema, este fluido cumple funciones esenciales: mantiene el lecho de la herida húmedo (condición indispensable para una buena cicatrización), facilita el desplazamiento de células reparadoras hacia la zona afectada, aporta nutrientes y permite que factores de crecimiento e inmunitarios lleguen donde más se necesitan.
Sin embargo, como ocurre con tantos procesos biológicos, el equilibrio es clave. Es por ello que deberíamos pasar del concepto de cura en ambiente húmedo al concepto de cura en ambiente óptimo, un concepto mucho más adecuado para asegurar un correcto abordaje de los pacientes con lesiones.

Señales de alerta que no debemos ignorar

La presencia de exudado en cierta medida es normal, pero sus características nos darán mucha información sobre el estado de la herida. Un exudado claro y seroso generalmente puede indicar una evolución favorable. Por el contrario, cuando adquiera tonalidades verdosas, aspecto sanguinolento o desprenda olores desagradables, estará señalando la necesidad de ser valorada de forma más completa por un profesional especializado.
El control adecuado del exudado no es sólo una cuestión de comodidad. Su exceso o alteración puede facilitar la aparición de infecciones, macerar o dañar la piel sana que rodea la herida y aumentar significativamente la morbilidad. Además, podrá generar molestias considerables al paciente, enlentecer el proceso de cicatrización y elevar el riesgo de problemas tanto físicos como psicosociales.
Estrategias efectivas para su control
El manejo óptimo del exudado comienza con una evaluación integral del paciente y de la herida. No basta con observar superficialmente, debemos analizar el tipo de exudado presente, su cantidad, consistencia y los factores que podrían estar contribuyendo a su producción. A partir de esta valoración, podemos implementar estrategias específicas:
- Lo primero siempre es identificar la causa del exudado y abordarla. Comenzar a tomar medidas locales sin identificar la etiología de este exudado puede ser la causa de la cronificación o el empeoramiento de este problema. Circunstancias como la presencia de abundante tejido desvitalizado, una situación de desnutrición, la presencia de insuficiencia cardíaca o síndrome nefrótico, la presencia de material extraño en la lesión o la insuficiencia venosa crónica, entre otras, pueden ser la causa de un exudado abundante y precisará especial atención y un abordaje personalizado.
- La elección del apósito adecuado resultará determinante. Tenemos que conocer convenientemente las características, la composición y el comportamiento de todos los apósitos y materiales que usamos, no todos son iguales ni sirven para las mismas situaciones. Para heridas con abundante exudado, los apósitos que manejen este fluido convenientemente, mediante la absorción y/o la evaporación, resultarán ideales, pues ayudarán a controlar el exceso de este fluido. En cambio, si la herida tiende a la sequedad, tendremos que utilizar materiales que, si la lesión lo precisa y lo permite, mantengan un nivel óptimo de humedad en el lecho de la lesión.
- La frecuencia con que cambiamos el apósito debe adaptarse a cada caso. Un apósito constantemente saturado nos indica que necesitamos uno con mayor capacidad de absorción, de evaporación o cambios más frecuentes. Esta valoración constante permite ajustar el tratamiento a las necesidades reales de la herida y permitirá adaptar las características del apósito a la fase de cicatrización en la que se encuentre la lesión. El uso de un apósito que permita disminuir la frecuencia de curas será lo ideal siempre que las características de la herida lo permitan.
- Proteger y cuidar la piel circundante es tan importante como tratar la herida misma. La maceración—ese reblandecimiento de la piel causado por la humedad excesiva—puede crear nuevas lesiones y complicar el proceso de recuperación. El uso de barreras cutáneas protectoras resulta especialmente útil cuando el exudado es abundante y existe riesgo de fugas.
Prevención de complicaciones
Entre las complicaciones más frecuentes relacionadas con el exudado destacan la sobreinfección y la maceración cutánea además del disconfort asociado a la fuga de exudado o el mal olor. Para evitarlas, resulta fundamental detectar cualquier cambio sospechoso en el color, olor o consistencia del fluido. Ante la mínima sospecha de infección, lo más prudente es consultar con un profesional sanitario.
En casos donde exista sospecha de aumento de carga biológica, los apósitos con propiedades antimicrobianas pueden ser grandes aliados siempre que se haya abordado convenientemente la preparación del lecho de la herida, realizando desbridamiento y limpieza de la lesión con la frecuencia que necesite en cada momento. Aquellos que contienen plata, cobre, cadexómero yodado, miel de grado médico o aquellos con captación bacteriana podrán ayudarnos a controlar la carga biológica mientras mantienen un ambiente favorable para la cicatrización.
Un elemento clave para la recuperación
El exudado constituye un elemento fundamental en el proceso de cicatrización. Su manejo adecuado—basado en una correcta evaluación, la elección apropiada de apósitos y cambios regulares—puede prevenir complicaciones y acelerar la recuperación.
Aunque forma parte natural del proceso de curación, su control efectivo resulta indispensable para garantizar el bienestar del paciente. Una herida bien gestionada no sólo cicatrizará más rápido, sino que también producirá menos molestias al paciente y mejorará significativamente su calidad de vida durante el periodo de recuperación.
Este artículo se ha elaborado basándose en el Documento de Consenso Exudado en las Heridas y utilidad de los apósitos, de la World Union of Wound Healing Societies (WUWHS), 2007.
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