Recomendaciones para el cuidado de heridas quirúrgicas

18/02/25

El siguiente artículo blog está basado en el texto Surgical Wound Recommendations for Surgical Wounds, elaborado por la National Wound Care Strategy Programme encargada por el Sistema Nacional de Salud (NHS) de Inglaterra.

El manejo adecuado de las heridas quirúrgicas es un componente esencial de la práctica clínica, con impacto directo en la reducción de complicaciones como infecciones del sitio quirúrgico (ISQ) y dehiscencias. Este artículo presenta un análisis ampliado y detallado de las recomendaciones basadas en evidencia para optimizar los resultados en el cuidado de heridas quirúrgicas.

Definición y relevancia clínica

Las heridas quirúrgicas son el resultado de incisiones realizadas durante procedimientos quirúrgicos. Representan en sí mismas una de las principales causas de complicaciones postoperatorias, siendo las infecciones del sitio quirúrgico (ISQ) responsables de una proporción significativa de morbilidad y prolongación de la estancia hospitalaria. Estudios demuestran que la incidencia de ISQ puede alcanzar hasta un 5% en cirugías limpias y superar el 20% en procedimientos contaminados. Adicionalmente, la presencia de ISQ está asociada con un aumento en los costos hospitalarios y en la necesidad de tratamientos antimicrobianos prolongados.

Fases clave en el manejo de heridas quirúrgicas

1. Fase preoperatoria

El cuidado preventivo comienza antes de la cirugía, enfocándose en la evaluación y mitigación de riesgos. Las estrategias recomendadas incluyen:

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  • Evaluación preoperatoria: Identificar factores de riesgo como diabetes, obesidad, uso de fármacos inmunosupresores, historial de infecciones previas y comorbilidades relevantes. Implementar herramientas de estratificación del riesgo, como escalas validadas, para categorizar pacientes según su propensión a desarrollar ISQ o dehiscencia.

 

  • Preparación de la piel: Recomendar un baño preoperatorio con jabón antiséptico en las 24 horas previas a la cirugía. Evitar el afeitado con cuchillas, ya que puede causar microabrasiones que aumentarán el riesgo de infección; en su lugar, utilizar rasuradoras eléctricas.

 

  • Profilaxis antibiótica: Administrar según las guías clínicas, ajustando la elección del antibiótico a factores como el tipo de cirugía y la prevalencia local de resistencia bacteriana. Es crucial garantizar que la administración se realice dentro de la ventana perioperatoria para maximizar su efectividad.

2. Fase intraoperatoria

El cumplimiento de las prácticas estériles y el manejo adecuado del entorno quirúrgico son esenciales para prevenir complicaciones:

  • Preparación antiséptica de la piel: Utilizar soluciones antisépticas basadas en clorhexidina o povidona yodada, evitando el “pooling (acumulación) de líquidos antisépticos para prevenir quemaduras químicas.

 

  • Técnica quirúrgica: Aplicar suturas recubiertas con triclosán en procedimientos de alto riesgo, como cesáreas o artroplastias. Este tipo de suturas ha demostrado reducir significativamente la incidencia de ISQ. Minimizar el uso de agrafes, especialmente en procedimientos donde la estética y la funcionalidad sean críticas.

 

  • Control de homeostasis: Mantener temperatura, oxigenación y perfusión adecuadas para favorecer la cicatrización y reducir el riesgo de infección. Esto incluye el uso de dispositivos de calentamiento activo y monitoreo continuo de saturación de oxígeno.
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3. Fase postoperatoria

La vigilancia activa y el manejo temprano de las complicaciones son esenciales para mejorar los resultados. Las recomendaciones incluyen:

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  • Cambio de apósitos y vendajes: Utilizar una técnica aséptica mínimamente manipulativa al cambiar o retirar los vendajes quirúrgicos. Proporcionar analgesia si es necesario para evitar el dolor asociado con el procedimiento.

 

  • Limpieza de la herida: A no ser que presenten signos de infección o dehiscencias será aconsejable emplear suero salino estéril para la limpieza de la herida quirúrgica en lugar de soluciones antisépticas.

 

  • Terapia de presión negativa en incisión cerrada: El uso de un dispositivo de presión negativa colocado en el quirófano y adecuado a las características de la intervención y al riesgo calculado de forma individualizada ha demostrado disminuir la tasa de complicaciones (dehiscencias e infección) de sitio quirúrgico.

 

  • Vigilancia de infecciones: Monitorizar signos clínicos como enrojecimiento, aumento de edema, incremento dolor y aparición exudado purulento. En casos sospechosos, obtener cultivos microbiológicos antes de iniciar antibioterapia empírica.

 

  • Tratamiento de heridas abiertas: Seleccionar apósitos con propiedades que se adapten a las características del exudado y las necesidades de cicatrización del tejido. Consultar a enfermeras de práctica avanzada en heridas crónicas complejas para optimizar el manejo en casos complejos.

Indicadores de derivación y manejo especializado

Es crucial identificar situaciones que requieren intervención inmediata y/o manejo especializado:

  • Dehiscencias mayores: Incluyen exposición de órganos internos o separación significativa de los bordes de la herida. Estas condiciones requieren evaluación quirúrgica urgente.

  • Sepsis: Reconocer signos como fiebre, taquicardia y alteraciones del estado mental (hiperexcitabilidad y/o letargia). Actuar según las guías de manejo de sepsis, incluyendo el inicio temprano de antibioterapia y soporte hemodinámico.

 

  • Complicaciones persistentes: Consultar a especialistas en heridas complejas o equipos multidisciplinarios en caso de heridas que no cicatricen adecuadamente tras intervenciones iniciales.
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Consideraciones adicionales

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  • Documentación digital: Incorporar imágenes clínicas de alta calidad a los registros electrónicos para facilitar el seguimiento y la comparación de la evolución de la herida.

 

  • Educación del paciente: Proveer información detallada y comprensible sobre el cuidado domiciliario, incluidas instrucciones claras para identificar signos de alarma y protocolos de contacto con el equipo médico.

 

  • Colaboración interdisciplinaria: Fomentar la comunicación entre cirujanos, personal de enfermería, fisioterapeutas y especialistas en viabilidad tisular para asegurar un enfoque integral.

    Conclusión

    El cuidado de las heridas quirúrgicas debe estar guiado por la evidencia disponible y ajustado a las necesidades individuales del paciente. Una aproximación estructurada y colaborativa entre profesionales sanitarios es clave para optimizar resultados, minimizar complicaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

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